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domingo, 14 de abril de 2013

Polvo.


El olvido no existe, es un invento. Maquillaje para el dolor. Puro autoengaño. Son esos vacíos que todos tenemos, esos que camuflamos en nuestra rutina regalando una sonrisa a quienes queremos para que no se preocupen.
Todos lo hemos dicho, pero lo cierto es que al decir que olvidamos estamos recordando.
 ¡Qué ironía! ¿No?
Guardamos el polvo bajo la alfombra y miramos a otro lado, y aunque no lo veamos sabemos que sigue ahí. Esperando que alguien mueva la alfombra y el polvo vuelva a hacernos estornudar.
Entonces ocurre. La marea sube, trayendo consigo olas de pensamientos. Un sitio, un cruce de miradas, una sonrisa, una palabra, una canción, cualquier detalle puede desencadenarlo. Un recuerdo tras otro. Casualidades.
Entonces, piensas en lo “enterrado”. Y por muchas trampas que inventes, y muchas sonrisas que pintes, habrá siempre una persona a la que no podrás engañar, a ti mismo.

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