Todos lo hemos dicho,
pero lo cierto es que al decir que olvidamos estamos recordando.
¡Qué ironía! ¿No?
Guardamos el polvo bajo la alfombra y miramos a otro
lado, y aunque no lo veamos sabemos que sigue ahí. Esperando que alguien mueva
la alfombra y el polvo vuelva a hacernos estornudar.
Entonces ocurre. La marea sube, trayendo consigo olas de pensamientos. Un sitio, un cruce de miradas,
una sonrisa, una palabra, una canción, cualquier detalle puede desencadenarlo.
Un recuerdo tras otro. Casualidades.
Entonces, piensas en
lo “enterrado”. Y por muchas trampas que inventes, y muchas sonrisas que pintes,
habrá siempre una persona a la que no podrás engañar, a ti mismo.
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