“Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con
las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas
anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un
idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar
exquisito.
Dales cobijo.
Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.
Porque si algún día
sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo
intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por
mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna
vez fuimos feliz. Sí, feliz. La
tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la
gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en
realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar
del que se partió”.
Risto Mejide.
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